miércoles, 22 de enero de 2014

Aquello que interrumpe mi sueño

Últimamente mi cabeza no deja descansar a mi cuerpo. Hay demasiadas cosas vagando en ella y que no llevan a ninguna parte. Cosas que entorpecen la lógica que algún día tuve y que quiero que vuelva.

Se me está haciendo cuesta arriba esto de ser mayor. Vale, todo el mundo me dice "¡ay! si yo volviese a tener veintidós (casi veintitrés) lo que haría...". Que no os engañen, los veintidós no son la mejor época casi para nadie. Es tiempo de decisiones, de empezar a andar solo y descubrir un mundo que tus padres te estaban ocultando con toda su buena voluntad. Es, básicamente, darte una hostia. Es tiempo de errores y por lo tanto de aprender de ellos, pero para una persona que no está acostumbrada a equivocarse esto puede suponer caminar hacia la vida de espaldas, chocando una y otra vez, sin saber dónde vas.

Creo que una de las cosas por las que no duermo bien es la culpa. El constante pensamiento de que a partir de ahora mi vida me pertenece solo a mí, y que soy la única responsable de cualquier acto que realice de ahora en adelante. Por supuesto tendré el apoyo o la ayuda de la gente que me quiere si algo sale mal, pero el error caerá sobre mi conciencia. Hasta cumplir los dieciocho años solía consultar a mis padres, segura de que ellos sabrían qué debía hacer y tendrían la respuesta correcta a todo (y si la respuesta no era la correcta, no pasaba nada, la culpa era de ellos, ¿o no?). Y bueno, de los dieciocho a los veintidós estuve estudiando en la universidad aquello que yo elegí y que resultó ser algo que de verdad me gustaba; supongo que si no hubiese dado con la profesión adecuada me habría dado la hostia a los dieciocho (mi primera mala decisión tomada) y no ahora.

Ahora que dispongo de tiempo dedico algún momento del día a analizarme, por curiosidad y porque nunca está de más saber más cosas sobre uno mismo, y he llegado a la conclusión de que no soporto que las cosas salgan mal. Necesito que todo esté bien y en equilibrio o armonía, pero no de una forma que el resto de personas también necesitarían; en mi caso lo que ocurre es que me hago responsable de factores que no puedo controlar y que en la mayoría de los casos ningún otro ser humano controla. Os podré un ejemplo: he quedado con un amigo/a para tomar un helado en su heladería favorita que casualmente ese día está cerrada, así que vamos a otra heladería, pero yo sé que mi amigo/a no está disfrutando igual de su helado, me siento culpable por ello, aún sabiendo que yo no tengo las llaves de su heladería favorita ni he ocasionado su cierre.

No puedo evitar sentir que quizá podría hacer algo para solucionarlo, e intento pensar mil formas de solucionar cualquier cosa. Y la mayor culpa de este momento es saber todo lo que tengo que ofrecer y no encontrar trabajo. Sé que en mi mano solo está la acción de echar curriculums y después simplemente tengo que tener la esperanza de que algún día me llamen, pero es frustrante no poder hacer nada más, saber que es cuestión de suerte o probabilidades, y no de que soy yo.


3 comentarios:

  1. La culpa solo sirve para no avanzar. La culpa no sirve para nada. Además, la culpa es algo subjetivo. No dejes que algo que has hecho mal te condicione en tu forma de actuar, porque ese no es el camino de avanzar. Y si alguien no te perdona algo, aunque sea tu culpa, es que no vale la pena.

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  2. Gracias por tu pequeña dureza, me da fuerza. Seguiré tus sabios consejos, que eres el más mayor y leído de los dos.

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  3. Se positiva siempre y no pienses que la culpa es tuya porque entonces no podrás ser como tu eres. Lo importante de ese día en la heladería es que estabas compartiendo un momento de la vida con aquella persona que querías y la otro igual, da igual el lugar siempre que estés con la persona que quieras. El helado era lo menos importante así que no tienes ninguna culpa.

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